
Hoy, quiero regalarte este consejo sencillo, pero vital:
Permítete descansar sin culpa.
En serio. Sin justificártelo. Sin tener que demostrar nada. Sin cargar con esa vocecita que te dice que no estás haciendo suficiente.
A veces, parar es lo más valiente que podemos hacer.
Sé, que vivimos en un mundo, que premia la productividad, el correr sin freno, el “haz más, sé más, logra más”. Pero la vida, no siempre funciona así. Y menos, cuando se convive con una enfermedad como la fibromialgia, con dolor crónico, con fatiga, con duelo, con ansiedad… o simplemente, con el peso de existir cuando todo parece cuesta arriba.
Hay días, en los que levantarme de la cama ya es una hazaña.
Días, en los que mi cuerpo no responde, en los que el dolor, no me deja pensar, en los que las tareas, se acumulan y yo, solo puedo respirar hondo y recordarme:
“Hoy hago lo que puedo. Y eso está bien.”
No descansar por pereza. Descansar por supervivencia.
Descansar para cuidarme, para sostenerme, para no romperme del todo.
Hacer una pausa, no es rendirse.
Hacer una pausa, no es ser débil.
Hacer una pausa, es un acto de respeto hacia ti misma.
👉 No le exijas a tu cuerpo más de lo que puede darte hoy.
👉 No le grites a tu alma por ir más lento que los demás.
👉 No te castigues por parar, cuando necesitas respirar.
Porque a veces… descansar, también es resistir.
Y resistir, también es amar(te).
Así que hoy, si lo necesitas,
cierra los ojos un momento,
suelta el peso de la exigencia,
y repítete con amor:
“Estoy haciendo lo mejor que puedo. Y eso es suficiente.”
Gracias por seguir aquí, a tu ritmo.
Tu vida no necesita ir rápido. Solo necesita ir contigo.
Con amor,
Malú 💛
Y ahora cuéntame tú…
🌱 ¿Te ha servido este consejo?
🌙 ¿Qué haces tú cuando necesitas parar?
Te leo en los comentarios.
Este espacio también es tuyo. 💬✨
Deja un comentario