Cuando estamos emocionalmente desbordadas, o atravesando épocas difíciles, a veces, nos sentimos como si nos hubiéramos “perdido”. Como si la vida, nos arrastrara tan fuerte, que ya no supiéramos cómo volver a nosotras.

Por eso, es importante tener un ritual de regreso. Un pequeño gesto, íntimo, simbólico, que nos recuerde quiénes somos, dónde está nuestra raíz, qué nos hace bien. No tiene que ser complejo ni espiritual. Basta con que sea sincero.

Tal vez, es hacerte una infusión y ponerte tu canción favorita. Tal vez, es encender una vela, escribir tres líneas en tu diario y darte un baño largo. Tal vez, es acariciar a tu mascota en silencio y mirar por la ventana. No importa cómo se vea, importa lo que signifique.

Recurso práctico: escribe una carta para los días en los que te sientas perdida. Guárdala, como si fuera un ancla. En ella, recuérdate lo que te hace bien, lo que has superado, lo que te sostiene. Léela, como quien regresa a casa.


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