Hoy quiero compartir con vosotros una de mis últimas creaciones de scrap, pero también algo mucho más personal. A veces, cuando miro lo que hago, me doy cuenta de que mis manos hablan antes que mis palabras. Esta página que veis aquí no es solo un collage, es un pedazo de mí, de mi historia, de mi lucha diaria con la fibromialgia.

Desde fuera puede parecer simplemente una mujer vestida de negro, rodeada de engranajes y tonos oscuros, pero para mí es mucho más. Esta mujer soy yo. Esa mirada desafiante, casi retadora, representa la fuerza que saco cada día, incluso cuando el cuerpo grita lo contrario. La fibromialgia no me define, pero sí me atraviesa, y en este proyecto quise plasmar precisamente eso: la batalla silenciosa, pero también la resiliencia que me sostiene.

Los engranajes son mi símbolo favorito en esta composición. Cuando vivo un brote, siento que mi cuerpo es justo eso, un mecanismo que a veces se atasca, que chirría, que no responde. Pero también he aprendido que, aunque uno de esos engranajes falle, siempre hay otros que siguen girando. Mi mente, mi creatividad, mis ganas de seguir… esos engranajes nunca se detienen del todo. Y cada vez que creo, siento que los reactivo, que le doy cuerda otra vez a mi propia vida.

Los tonos cálidos, los papeles rasgados, las texturas superpuestas… todo está elegido a propósito. Esos trozos rotos son mis cicatrices. No las escondo ni las tapo. Forman parte de mi historia. La fibromialgia ha dejado marcas, sí, pero también me ha enseñado a recomponerme una y otra vez. En este scrap, las heridas se convierten en arte, y eso, para mí, es un acto de amor propio.

Hay días en los que el dolor y la fatiga parecen apagarlo todo. Días en los que ni siquiera encuentro la forma de concentrarme, en los que las palabras no salen, en los que mi mente va más lenta que mi corazón. Y sin embargo, crear me devuelve a mí misma. Es mi refugio, mi pausa, mi forma de recordarme que, aunque los días se hagan pesados, todavía hay belleza en el proceso.

Por eso esta página significa tanto para mí, porque no habla de derrota, habla de adaptación. Porque me recuerda que, incluso cuando la vida parece oxidar mis engranajes, yo sigo encontrando formas de hacerlos girar. Y porque quiero que, si alguien más ahí fuera vive lo mismo, sepa que no está solo.

La fibromialgia no me quita mi esencia. No puede con mis ganas de crear, de escribir, de contar historias, de seguir conectando con otras personas que también están en este camino. En cada página de scrap, en cada texto, en cada engranaje, hay un recordatorio silencioso: sigo aquí, sigo latiendo, sigo construyendo algo hermoso desde dentro del caos.

Y, de alguna forma, mientras lo hago, me vuelvo a encontrar.


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