Hoy quiero compartir una de esas páginas que nacen sin un plan, pero con un propósito que se siente en el pecho antes que en las manos.
No sabía exactamente qué quería decir cuando empecé esta composición. Solo tenía delante un montón de recortes, papeles viejos, flores y figuras de mujeres que parecían venir de distintas épocas. Pero mientras iba pegando, arrugando, superponiendo… me di cuenta de que en realidad estaba hablando de mí.

Cada capa que añadía era una parte de mi historia.
El papel arrugado, con sus pliegues imposibles de alisar, me recordó mi cuerpo cansado, las marcas del tiempo y del dolor, esas zonas que ya no responden como antes, pero que siguen sosteniéndome. Esas arrugas son mías, igual que las que llevo en el alma.
Y no quise esconderlas. Quise dejarlas ahí, visibles, porque forman parte de todo lo que soy.

Las mujeres que aparecen en la página me representan en distintos momentos de mi vida. Una camina decidida, otra parece detenerse a observar, otra simplemente está. Son las versiones de mí que conviven cada día, la que se levanta aunque duela, la que intenta comprenderse, la que se da permiso para parar.
No están puestas por azar. Son mi forma de recordarme que, aunque me sienta frágil, sigo siendo capaz de avanzar, de mantener la dignidad, de conservar mi esencia incluso en los días grises.

Las flores, como siempre, fueron las que me salvaron del exceso de peso. Suavizan el ruido interior, traen esa belleza que no duele, ese olor invisible que alivia sin hacer ruido. Me recuerdan que todavía puedo crear algo hermoso incluso cuando me siento cansada.

Al final, entendí que esta página no era solo un collage, era una conversación conmigo misma. Una forma de decirme “estás hecha de muchas capas, y todas te pertenecen”.
No necesito borrar nada, ni disimular lo que ya ha sido. Solo integrar, aceptar y abrazar.

Hacer scrap para mí se ha convertido en eso, en transformar lo que pesa en algo que pueda mirar sin dolor. En poner orden en lo que a veces dentro es caos. En reconciliarme con la lentitud, con los pliegues, con los días en los que no hay más fuerza que la de seguir respirando.

Hoy miro esta página y siento calma.
Porque entre cada trozo de papel, hay un pedazo de mí que por fin ha encontrado su lugar.


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