
Hay momentos en los que la vida parece cerrar un círculo. Este libro, que nació desde el silencio y el temblor, ha empezado a caminar por el mundo y a encontrar a quienes resuenan con su voz. Hace unos días, el Círculo de Escritores publicó una reseña sobre El eco de los amores eternos, y leerla fue como mirarme desde fuera, como si alguien hubiese sabido traducir en palabras lo que sentí al escribirlo.
Decían que no todos los libros se leen, que algunos se sienten. Y me pareció exacto. Porque este libro no busca entretener ni distraer, sino acompañar. Fue escrito para quienes creen que el amor no termina, que solo adopta otras formas; para quienes alguna vez sintieron que la vida les susurraba algo que no podían explicar.
Escribir El eco de los amores eternos fue un proceso íntimo. Cada relato nació de una imagen, de un recuerdo o de una presencia que se hizo palabra. Habla de encuentros que no dependen del tiempo, de miradas que se reconocen sin pasado, de promesas que viajan entre mundos. Pero sobre todo, habla del alma humana y su necesidad de recordar.
Que una reseña vea todo eso, que entienda la raíz de lo que uno escribe, emociona profundamente. Agradezco a quienes la han leído con esa sensibilidad, y a quienes siguen acercándose al libro con la curiosidad de quien busca más allá de lo visible.
El eco de los amores eternos ya no me pertenece del todo. Ahora pertenece a quienes lo leen y encuentran en él su propio reflejo.
Os dejo el link por si queréis echarle un vistazo.
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