Correo de Sol — Rosario, Argentina

Asunto: Sos mi compañía cuando no puedo dormir

Hola, Malú:
Te leo desde Rosario, y tengo que decirte que sos mi compañía de madrugadas. Cuando el cuerpo no me deja dormir, abro tu blog, y me tranquiliza.

Tengo 34 años, y hace seis me diagnosticaron. Al principio me enojé con todo, con mi cuerpo, con los doctores, con mi pareja, con la vida. Pero ahora aprendí que no sirve pelear. Como decís vos, “el cuerpo también quiere ser escuchado.”

Trabajo de diseñadora gráfica, desde casa. Pongo música suave, un mate al lado, y voy de a poco. Hay días en los que puedo trabajar horas, y otros en los que apenas logro responder un correo. Pero ya no me castigo por eso.

Gracias, che, por escribir como si estuvieras acá, sentada al lado, con un mate entre las manos.

Con cariño,
Sol


Hola, Sol:
Tu correo me ha llegado con una ternura enorme. Me emocionó imaginarte ahí, en Rosario, con el mate al lado, trabajando despacio mientras la noche se estira. Saber que mis palabras te acompañan en esas horas en que el cuerpo no se acomoda me conmueve más de lo que puedo decirte.

Tu frase “ya no me castigo por eso” me parece una de las victorias más grandes que se pueden tener. Aprender a tratarnos con paciencia, a entender que no somos menos por ir más lento, cambia todo. El cuerpo, cuando se siente escuchado, también descansa.

Y sí, el cuerpo quiere ser escuchado, como las personas, como la vida misma. Esa comprensión tuya, nacida del enojo y de la aceptación, tiene una belleza profunda.

Gracias por escribirme con tanta cercanía. Tus palabras me hacen sentir justamente eso, sentada a tu lado, con un mate tibio entre las manos y una charla que alivia.

Te mando un abrazo inmenso hasta Rosario, lleno de gratitud y cariño.
Que las noches sean un poquito más suaves y que cada amanecer te encuentre respirando en paz.

Con todo mi afecto,
Malú


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